Camarada Cristina
CFK creyó que Obama la iba a reconocer como la
gran líder progresista de Latinoamérica.
05/06/2021 21:03
Clarín.com Opinión Sergio Borenstein
Actualizado al 05/06/2021 21:03
https://www.clarin.com/opinion/camarada-cristina_0_xtYYTxeGD.html
Así como tantas veces se lo
critica, cuando el “presidente” está inspirado hay que reconocerlo. Tuvo un
viernes de oro. Le salieron todas. Dijo “el capitalismo no ha dado buenos
resultados”, después se puso la mano en el corazón y le dijo a Putin “los amigos se ven en los
momentos difíciles” y más tarde remató con otra joya: “Países como
Argentina se parecen cada vez más a los países pobres”. Un hit atrás del
otro. Chapeau. Saltemos la grieta y aplaudamos todos juntos. Se lo merece.
Siempre supimos que detrás de ese vendedor de autos usados había un
estadista de la ostia.
También hay que felicitar al
Sindicato de Diputados, Senadores y Vicepresidentas que obtuvo un 40% de aumento en
los sueldos de sus afiliados. Bravo. Dicho esto, vamos a la mala noticia: en el
Campeonato Mundial de Vacunación nos
caímos del puesto 62 al 64, según el ranking del New York Times.Si bien
esta semana Argentina aumentó de 26 a 29 las dosis aplicadas cada 100
habitantes (23% con una dosis y 6,4% con dos), hay que entender que los
otros países tambien juegan y algunos lo hacen bastante mejor que nosotros.
Más precisamente, ahora son 63
los países que vacunan mejor que Argentina. No ligamos. Nos toca jugar el
torneo más importante de nuestras vidas con un equipo de troncos.
No es cuestión de poner nervioso
al Gobierno que insiste en que somos los genios de la vacunación, pero sepamos
que Albania ya nos tiene a tiro. Llegó a 28 dosis cada 100 habitantes (nosotros
29). Podríamos hacer un reclamo a la FIFA del Coronavirus argumentando que
Albania es un país demasiado chico como para participar de la competencia pero,
aún en el caso de que nos dieran bola y los eliminaran, atrás vienen Panamá y
México al galope con 26 dosis cada 100 habitantes.
Cristina, al salir de uno de los túneles de Cu Chi,
en Vietnam.
Para colmo, esta semana
nos pasó Camboya. Carajo. Mierda. Si bien en cantidad de
dosis estamos empatados (ambos tenemos 29), la regla indica que a igualdad de
dosis va primero el que tiene más población vacunada con las dos dosis.
Argentina tiene el 6,4% con dos y los camboyanos nos humillan con el
13%.
Si yo fuese el “presidente” no le
contaría a la Vice que los camboyanos nos están ganando porque ella todavía
cree que Camboya es eso que acaba de ver en “Apocalipsis Now” (la semana que
viene le muestran “Pelotón”). Sería un golpe muy duro enterarse de que un país
que ella supone bajo el constante bombardeo de EE.UU., vacuna mejor que
nosotros que combatimos a los cipayos y a la oligarquía como
los dioses.
Si tiramos de este hilito
argumental entenderemos un poco mejor, desde el atraso en las vacunas al realineamiento
geopolítico pasando por el pedido de Cristina de declarar
personalmente en la causa del Memorándum y el rol del Gato. Veamos.
Se dice que el verdadero motor de
la política es la lucha por el poder, los intereses económicos y los negocios
personales tales como constructoras, bingos, hoteles, etc. Sin embargo, lo que
más influye en política son los aspectos personales y psicológicos. A veces el
ego puede llegar a ser todo.
Cuando Kirchner llegó a la
Rosada, el presidente de EE.UU. era Bush (hijo), posiblemente uno de los peores
de la historia, después de Trump. Ideal para que Néstor pudiera putear a los
yankees sin opacar su admiración por Disney y su pasión por
George Washington, especialmente cuando posa en el billetito verde.
Al poco tiempo de asumir Cristina
apareció Obama, el presidente más progresista de la historia norteamericana.
Negro, pintón, brillante, demócrata, carismático. Barack las tenía todas.
Cristina creyó que el tipo la iba
a reconocer como la gran líder progresista de Latinoamérica. Se imaginó
entrando glamorosamente a la Casa Blanca con todos sus Rolex puestos, directo
al Salón Oval. Dos potencias se saludarían. Dos pares. Sueños de
una noche de verano. La cruda realidad es que en Washington ya sabían de qué se
trataba el kirchnerismo y Obama nunca le dio ni cinco de pelota.
Frente a la opción de ser sólo
una mandataria occidental más, es decir ser cola de león, Cristina prefirió
ser cabeza de ratón y lanzarse a los brazos de Chávez y su revolución
bolivariana. Nada fue ideológico. Tal vez detrás de estas decisiones hubo algún
negocio, pero fundamentalmente fue despecho.
El Memorándum con Irán, que ahora
va a defender frente a la Justicia, fue una movida para mejorar las relaciones
con el socio estratégico de Venezuela y, por ende, de Argentina. Lo que en su
momento Alberto Fernández definió muy bien como un “plan presidencial de
encubrimiento” (siempre es lindo recordarlo) no fue más que un intento de
Cristina por superar el conflicto con Irán y avanzar en su principal
emprendimiento: “The Rosa Luxemburgo Spa & Casino Hotel”. La vida de Chávez
se apagaba y ella iba a ser la Jefa continental. Como dijimos al
principio, el ego suele ser más importante que la ideología.
Recordemos que unos meses antes,
en septiembre de 2012, Cristina anunciaba ante la ONU que había recibido una
propuesta de Irán pero que jamás avanzaría “sin el acuerdo de todas la
fuerzas políticas con representación parlamentaria y de las instituciones
involucradas (AMIA y DAIA)” (textual).
Sin embargo en febrero de 2013
el Memorándum se
aprobó, de urgencia y sin chistar, contra la voluntad de todas las fuerzas
políticas opositoras y de AMIA/DAIA. Un mes después moría Chávez. El camino
hacia el reinado parecía despejado.
El paso siguiente era ganar las
elecciones de 2013 y cambiar la Constitución por una más linda, digamos más
bolivariana. “Cristina eterna” bramaba el kirchnerismo. Pero apareció Massa, le
ganó y le escupió el asado. Era el Massa que dijo “voy a barrer a los
ñoquis de La Cámpora”, ahora transformado en “voy a barrer para los ñoquis de
La Cámpora”.
El remate fue en 2015 cuando
Cristina reclamó en Nueva York por los DDHH de Bin Laden y declaró que el ISIS
era un montaje hollywoodense. Su despecho y su bronca fueron excesivos y
terminaron chocando contra la aspiración media argentina, mucho más cercana a
España, Italia, Francia y EE.UU. que a Venezuela, Rusia, China e Irán. Así fue
como en 2015 llegó el Gato a la Rosada.
El gobierno de Macri se atribuye
el mérito de haber terminado en tiempo y forma. Si bien su mandato se extendió
por cuatro años, en realidad su gobierno duró exactamente una hora y
media. Más precisamente, desde que juró en el Congreso y se trasladó a
la Rosada para ponerse la banda hasta que se enfrentó a las dos puertas que
definirían su destino.
En lugar de abrir la puerta
correcta donde estaba el sinceramiento de la gravísima situación y la
convocatoria a un gran acuerdo nacional, abrió la otra. La recordada “puerta
Gilda”.
Salió al balcón a bailar la
cumbia como si acá no pasara nada mientras Michetti cantaba con el micrófono en
mano frente a la Plaza de Mayo. Lo que todos pensaban que era el comienzo de su
mandato, en realidad fue el final. Duró una hora y media. El gobierno más breve
de la historia argentina. Todo lo demás fue al pedo. La prueba es que cuatro
años después Cristina le ganó cómodamente, volvió y retomó aquella agenda que
había quedado trunca en 2013. Hacia allá vamos.
Por eso ahora el gobierno se
puso del lado de los terroristas de Hamas,
niega las violaciones a los DDHH en Venezuela, apoya a Maduro y se alínea con
Rusia y China. ¿Todo por qué? Porque el chambón de Obama no la agasajó como
ella soñaba. La hubiera recibido con honores en la Casa Blanca y hoy estaríamos
hablando de otra cosa.
En este contexto se explica el
problema de las vacunas. La oferta de Putin de mandar millones a fin de año fue
la oportunidad para que Cristina le dijera a EE.UU. “metete tus vacunas en
el upite”.
Después, como Putin es muchísimo
más vivo que todos nuestros genios juntos (incluido Cafiero), los enroscó y
finalmente las vacunas recién llegaron ahora, 20.000 muertos más tarde.
¿Es esta la explicación de la
tragedia argentina? Parcialmente. La contracara es que para defender a la
Argentina Occidental elegimos a Macri, un muchacho que ahora nos vino a contar
que a las 19 horas apagaba todo y miraba Netflix.
¿Hay esperanza? Obvio. Nunca es
tarde para sacar ese estadista que todos llevamos adentro y encontrar el camino
del acuerdo. Se verá.
Ultimo momento: superamos a los
camboyanos y subimos al puesto 63. Vamos Argentina. Camboya LTA.