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¿Para qué sirven y qué hacen las Fuerzas Armadas en tiempos de paz?

sábado, 11 de junio de 2022

En un texto exclusivo para PERFIL, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las FF.AA., Martín Paleo, revaloriza los eventos importantes de la gesta de Malvinas en su 40° aniversario y profundiza el análisis sobre los aciertos y errores cometidos. El jefe militar expresa además su convicción de que Malvinas no es el pasado sino que es presente y futuro en la Argentina.



https://www.perfil.com/noticias/elobservador/para-que-sirven-y-que-hacen-las-fuerzas-armadas-en-tiempos-de-paz.phtml


“Malvinas nos une” no es una frase vacía, sino que es el concepto que expresa el sentimiento que une a todos los argentinos de ser una verdadera causa nacional. Malvinas hace referencia a nuestra integridad territorial, nuestros recursos naturales, nuestra plataforma continental y proyección hacia la Antártida. Desde las Fuerzas Armadas (FF.AA.), el mejor homenaje que les podemos rendir a nuestros héroes y veteranos es justamente seguir trabajando para lo que ellos defendieron y ofrendaron su vida. Pero… ¿qué hacen las FF.AA. cuando no existe un conflicto armado?

Hay una famosa frase atribuida al general Charles De Gaulle que afirma: “Las Fuerzas Armadas no sirven para nada, salvo cuando todo depende de ellas”. La repetición de esta frase hasta convertirla en un clisé ha generado la falsa idea de que, en tiempos de paz, las FF.AA. no operan o que su utilidad es casi nula. Posiciones más extremas las han llegado a considerar como un gasto superfluo que atenta contra el superávit fiscal del país y sobre el cual habría que recortar lo máximo que se pudiera. Si bien los conflictos que se evitan producto de disponer de Fuerzas Armadas eficaces constituyen un análisis contrafáctico y por lo tanto difícil de mensurar, tenemos la certeza desde un análisis multidisciplinario de que los costos de no disponerlas serían muy elevados e incluso podrían afectar la existencia misma del Estado Nación.

En forma breve y concisa se intenta explicar cómo el instrumento militar opera en todo el espectro del conflicto (paz, crisis, guerra), actuando como una herramienta indispensable del Estado y visibilizando sus beneficios. Así, se podrá apreciar que las FF.AA. contribuyen a defender los intereses vitales de la nación, su soberanía e integridad territorial, apoyan la política exterior, colaboran con el desarrollo científico-tecnológico del país y le dan la capacidad al Estado a nivel internacional de decir “No” cuando tenga que hacerlo. 

La vigencia del conflicto interestatal y la necesidad de la disuasión. Existe una postura bastante extendida que afirma que el conflicto interestatal es una cuestión del siglo pasado y una excepcionalidad en el siglo XXI. De esta forma, la necesidad de contar con FF.AA. diseñadas para enfrentar una amenaza estatal militar externa (AEME) carecería de sentido. La racionalidad de esta argumentación radica en la fuerte disminución que han experimentado los conflictos interestatales desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Si bien esto es cierto, el problema es que se incurre en un sesgo de selección temporal como para afirmar que esto sea una tendencia estable y duradera. Al respecto, Aaron Clauset, doctor en computación y especialista en ciencia de datos, realizó un estudio cuantitativo sobre el conflicto interestatal de 1823 a 2003. Mediante distintos modelos de análisis formal, llegó a la conclusión de que se necesitaría al menos de 100 a 150 años más para afirmar que esta situación de baja conflictividad interestatal es una tendencia y no una fluctuación estadística normal (Clauset, 2018). Esto se explica por lo difícil que resulta encontrar “leyes” en las ciencias sociales que generen modelos predictivos precisos sobre cuándo se desencadena un determinado fenómeno social. Dicho de otra manera, todavía sabemos muy poco sobre cómo la compleja interacción de múltiples variables que son imposibles de aislar (globalización, nacionalismos, balance de poder, regímenes políticos, organismos internacionales, etc.) pueden llevar a la guerra o a la paz interestatal.


La segunda cuestión es un hecho matemático contraintuitivo. Aun en una situación de paz o zona de paz, es decir de baja probabilidad de que una crisis diplomática llegue a la guerra, es altamente probable que esta termine sucediendo a partir de un número bajo de crisis. Empíricamente se halló que, en los últimos 150 años, la probabilidad de que una crisis escale hasta llegar a una guerra fue de un 13% (Véase Cioffi-Revilla, 1989). Si bien esta probabilidad es muy baja, ese 13% hace que tan solo se necesiten cinco crisis para que la probabilidad de que al menos ocurra una guerra llegue al 50% y diez crisis para que llegue al 75%. Por ejemplo, la Europa posnapoleónica se caracterizó por: “(…) la paz que era entonces el marco normal y esperado de la vida europea. Desde 1815 no había habido una guerra en que estuvieran involucradas todas las potencias europeas. Desde 1871, ninguna potencia había ordenado a sus ejércitos que atacara a los de otra potencia”. (Hobsbawm, 2007, p. 311). Sin embargo, en esa zona de paz y de alta interdependencia económica ocurrieron las siguientes crisis diplomáticas: 1) en 1905-1906, crisis entre Alemania y Francia por Marruecos; 2) la crisis en 1909 entre Austria-Hungría y el Imperio Otomano por la anexión de Bosnia-Herzegovina; 3) en 1911 ocurrió una nueva crisis marroquí entre Alemania y Francia, y 4) las crisis balcánicas de 1912-1913, las cuales habían enfrentado peligrosamente los intereses de Rusia y de Austria-Hungría. Finalmente, el asesinato del archiduque Francisco Fernando sería el disparador de la Primera Guerra Mundial. 

Obviamente, la probabilidad de escalar la crisis hacia una guerra varía significativamente de acuerdo a si son dos potencias nucleares, si una lo es y otra no, el balance de poder, sistemas de alianzas, etc. No obstante, el argumento sigue siendo relevante por la razón matemática que explicamos anteriormente. Pensemos cuántas crisis ocurrieron en estos últimos veinte años y ahí se podrá entender por qué la guerra, lamentablemente, no es todavía un fenómeno raro en el siglo XXI. Esto cobra aún más relevancia en un mundo en transición, tal como lo ha descripto la Directiva de Política de Defensa Nacional 2021 (DPDN), en donde el conflicto interestatal ha recobrado su protagonismo. En este escenario internacional, el balance ofensivo-defensivo seguirá siendo una variable principal para explicar la dinámica del sistema internacional.


Estas dos cuestiones empíricas que mencionamos anteriormente hacen que los Estados sigan necesitando de la disuasión para garantizar su soberanía política y territorial. La disuasión es la capacidad que tiene un Estado de alterar la ecuación costo/beneficio a otro Estado de materializar la agresión. Esa ecuación se altera si se poseen, entre otras cosas, las capacidades militares necesarias. Una capacidad no está solo compuesta por un sistema de medios (cazas, submarinos, helicópteros, etc.), sino que requiere desarrollar la doctrina de su empleo y el adiestramiento para saber cómo operarlo. Sin la doctrina y el adiestramiento necesarios, el medio por sí solo carece de utilidad alguna para la disuasión. Durante la paz, las FF.AA. se adiestran en forma permanente para poder operar con efectividad los medios que tienen en tiempos de crisis y guerra. En tiempos de paz el adiestramiento también envía un mensaje estratégico a una potencial AEME de que le resultará muy costoso agredirnos. 

Desarrollar una capacidad militar lleva no menos de diez años. Pensemos cuántas crisis pueden ocurrir en esos diez años con los riesgos que hemos explicado anteriormente. Observemos también lo rápido que puede escalar una crisis. En los últimos conflictos interestatales en Europa del Este y en el Cáucaso el tiempo de escalada fue de meses. Es por ello que resulta de vital importancia disponer de una herramienta como el Fondef, cuyos fondos estén destinados a la recuperación de capacidades militares que hacen a nuestra misión principal de disuadir o repeler una AEME y de contar con un presupuesto de defensa acorde a las necesidades de un adiestramiento permanente y la preservación de sus recursos humanos. 

Las FF.AA. como instrumento en apoyo a nuestra política exterior. Desde el retorno a la democracia, las FF.AA. constituyen un elemento que contribuye a la institucionalidad, así como a la paz, estabilidad e integración regional. Esto se logró mediante la cooperación con los países vecinos y mediante una agenda que procura mantener Sudamérica como zona de paz libre de conflictos internacionales. La cooperación en materia de defensa actúa como un ancla en los procesos de integración regional. Por ejemplo, el RUGB se separó de la Unión Europea poniendo en crisis la integración regional en esa zona, pero se mantuvo dentro de la OTAN sosteniendo su relación e influencia en dicho bloque de países. Ante un mundo en turbulencia, seguir preservando la región como zona estable y pacífica no es solo importante para la democracia y el desarrollo integral de los pueblos, sino que también favorece a generar un clima atractivo para acercar inversiones y fomentar su desarrollo. 


En la región tenemos acuerdos amplios de cooperación en materia de industria de defensa, intercambio de alumnos y profesores en centros de formación, intercambios de información que hacen a la conciencia situacional de las fronteras, se realizan en forma frecuente ejercicios combinados y actividades combinadas de vigilancia y control. La cooperación en defensa no se manifiesta solo en la región, sino que poseemos una red de agregados militares que trabajan con las principales potencias de otros continentes favoreciendo nuestra inserción internacional y disponiendo de información precisa sobre el estado del arte en todo el mundo. 

Por otro lado, se participó y participa en operaciones de paz bajo mandato de la ONU siendo la Argentina un país reconocido en esa materia. Esto reviste una especial importancia para el país, ya que contribuye a que sea tenido en cuenta en los foros internacionales de máxima importancia como el Consejo de Seguridad de la ONU. De hecho, países como la India o Pakistán tienen una destacada participación en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU como una herramienta de inserción en la agenda de seguridad internacional.

Lamentablemente, se aprecia con más frecuencia en el sistema internacional el empleo de la coerción y del uso de la fuerza debajo del umbral de la guerra para conseguir determinados objetivos políticos. Ante este escenario, la Argentina tiene que tener la capacidad de elegir libremente su modelo de desarrollo y de inserción internacional, sin ser objeto de ningún tipo de coerción por parte de otros Estados. Argentina tiene que tener en los foros regionales e internacionales la capacidad de decir “No” cuando tenga que decirlo. En ese sentido, las FF.AA. constituyen un pilar clave para defender nuestra soberanía política.

Las FF.AA. como instrumento en apoyo a nuestra soberanía territorial. La DPDN le fija al instrumento militar la tarea de vigilancia y control sobre las fronteras y espacios jurisdiccionales de acuerdo a su función principal de disuadir y repeler una AEME. No se debe confundir el propósito principal de estas operaciones, que son la alerta temprana estratégica, contribuir a la conciencia situacional del Estado y disuadir de una posible intrusión a una AEME, con cuestiones subsidiarias que se realizan dentro del marco legal vigente.

Actualmente, nuestras FF.AA. bajo la Conducción del Comando Operacional realizan las siguientes operaciones de vigilancia y control:

  • Operación Grifón conducida por el Comando Conjunto Marítimo, en donde se realizan actividades de patrullado aéreo y naval sobre el Atlántico sur, un espacio de importancia estratégica por sus recursos naturales (pesca e hidrocarburos), por ser un lugar de paso bioceánico y por la usurpación que ejerce el RUGB sobre los mares circundantes a Malvinas e islas del Atlántico sur.
  • Operación Marval, en donde se efectúa vigilancia y control terrestre en el norte argentino, en una zona que posee diversos minerales, uno de los reservorios de agua dulce y biodiversidad más grandes del mundo y ha sido señalada de interés por otros Estados.
  • Operación Fronteras, en donde se destaca el empleo de radares de producción nacional y se emplean los sistemas aéreos tales como el IA 63 Pampa II, Pucará Fénix (ambos de fabricación nacional), A4 AR Skyhawk y Embraer 312 Tucano para ejercer la vigilancia y control aéreo en todo el país a través del Comando Conjunto Aeroespacial. 

Asimismo, el Comando Conjunto de Ciberdefensa protege todo el sistema de defensa en forma cada vez más amplia de intrusiones y ataques cibernéticos. 

En la región tenemos acuerdos amplios de cooperación en materia de industria de defensa, intercambio de alumnos y profesores en centros de formación, intercambios de información que hacen a la conciencia situacional de las fronteras, se realizan en forma frecuente ejercicios combinados y actividades combinadas de vigilancia y control. La cooperación en defensa no se manifiesta solo en la región, sino que poseemos una red de agregados militares que trabajan con las principales potencias de otros continentes favoreciendo nuestra inserción internacional y disponiendo de información precisa sobre el estado del arte en todo el mundo. 

Por otro lado, se participó y participa en operaciones de paz bajo mandato de la ONU siendo la Argentina un país reconocido en esa materia. Esto reviste una especial importancia para el país, ya que contribuye a que sea tenido en cuenta en los foros internacionales de máxima importancia como el Consejo de Seguridad de la ONU. De hecho, países como la India o Pakistán tienen una destacada participación en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU como una herramienta de inserción en la agenda de seguridad internacional.

Lamentablemente, se aprecia con más frecuencia en el sistema internacional el empleo de la coerción y del uso de la fuerza debajo del umbral de la guerra para conseguir determinados objetivos políticos. Ante este escenario, la Argentina tiene que tener la capacidad de elegir libremente su modelo de desarrollo y de inserción internacional, sin ser objeto de ningún tipo de coerción por parte de otros Estados. Argentina tiene que tener en los foros regionales e internacionales la capacidad de decir “No” cuando tenga que decirlo. En ese sentido, las FF.AA. constituyen un pilar clave para defender nuestra soberanía política.


Las FF.AA. como instrumento en apoyo a nuestra soberanía territorial. La DPDN le fija al instrumento militar la tarea de vigilancia y control sobre las fronteras y espacios jurisdiccionales de acuerdo a su función principal de disuadir y repeler una AEME. No se debe confundir el propósito principal de estas operaciones, que son la alerta temprana estratégica, contribuir a la conciencia situacional del Estado y disuadir de una posible intrusión a una AEME, con cuestiones subsidiarias que se realizan dentro del marco legal vigente.

Actualmente, nuestras FF.AA. bajo la Conducción del Comando Operacional realizan las siguientes operaciones de vigilancia y control:

  • Operación Grifón conducida por el Comando Conjunto Marítimo, en donde se realizan actividades de patrullado aéreo y naval sobre el Atlántico sur, un espacio de importancia estratégica por sus recursos naturales (pesca e hidrocarburos), por ser un lugar de paso bioceánico y por la usurpación que ejerce el RUGB sobre los mares circundantes a Malvinas e islas del Atlántico sur.
  • Operación Marval, en donde se efectúa vigilancia y control terrestre en el norte argentino, en una zona que posee diversos minerales, uno de los reservorios de agua dulce y biodiversidad más grandes del mundo y ha sido señalada de interés por otros Estados.
  • Operación Fronteras, en donde se destaca el empleo de radares de producción nacional y se emplean los sistemas aéreos tales como el IA 63 Pampa II, Pucará Fénix (ambos de fabricación nacional), A4 AR Skyhawk y Embraer 312 Tucano para ejercer la vigilancia y control aéreo en todo el país a través del Comando Conjunto Aeroespacial. 

Asimismo, el Comando Conjunto de Ciberdefensa protege todo el sistema de defensa en forma cada vez más amplia de intrusiones y ataques cibernéticos. 

Por último, las FF.AA. contribuyen a la presencia del Estado mediante diversas acciones de protección civil en lugares de muy difícil acceso. Por ejemplo, se realizan en forma permanente campañas de asistencia sanitaria fluviales en la Mesopotamia argentina llegando a los pobladores de islas que están aisladas de los principales centros urbanos; se asiste a pueblos originarios mediante la construcción de pozos de agua potable y se conectan pueblos con vuelos que no son rentables desde un punto de vista económico abasteciéndolos muchas veces de medicamentos esenciales. La Operación Manuel Belgrano demostró la utilidad de las FF.AA. para este tipo de misiones ante pandemias, catástrofes naturales o antrópicas. Esto se debe en gran parte a que su preparación para la guerra les otorga una capacidad logística, de respuesta rápida y resistencia psicológica que otras agencias no tienen. 

Las FF.AA. como herramienta de innovación científico tecnológica. Herramientas que son hoy indispensables para la vida cotidiana y el trabajo como internet, el GPS o la seguridad de los sistemas de comunicaciones fueron pensadas en principio como medios militares. Esto se debe a que las FF.AA. necesitan de las tecnologías más modernas, muchas veces pioneras, para tener una ventaja decisiva en el campo de batalla. Para no depender de la voluntad de otros Estados, como nos ocurrió en Malvinas, es preciso que la Argentina tenga un complejo científico industrial que las desarrolle y produzca. Actualmente existen productos de alto valor agregado como los radares que fabrica el Invap, los pod de inteligencia, vigilancia y reconocimiento Fénix que se montaron sobre los Pucará y la modernización del avión de entrenamiento avanzado Pampa. También entre otros proyectos se está trabajando en un Sistema Aéreo No Tripulado (popularmente conocido como “drone”), satélites, software y sistemas que emplean tecnología láser. Estas tecnologías, como dijimos anteriormente, tienen en muchos casos aplicaciones civiles, por lo que también contribuyen al desarrollo económico argentino aumentando el valor agregado y productividad de nuestra economía.

Desde el Estado Mayor Conjunto y los Estados Mayores Generales, se entiende que las FF.AA. solas no bastan para tener un complejo militar industrial eficiente. Es preciso trabajar con las empresas estatales, el sector privado, las distintas universidades y centros de investigaciones, así como también realizar joint ventures con cláusulas de transferencia tecnológica con países que tengan sistemas de armas que hoy no estemos en capacidad de producir. Asimismo, la cooperación con los países vecinos le permite a la industria de defensa nacional integrarse con otros países (e.g. Brasil) y lograr la escala que haga rentable la producción.

Conclusiones. El Estado moderno se define por sus tres atributos: 1) población, 2) territorio y 3) gobierno. Las FF.AA. constituyen una herramienta indispensable del Estado en la medida en que dentro de la democracia y del marco normativo vigente contribuyen a defender y apoyar esos atributos. Un análisis de la historia argentina permite dimensionar el valioso aporte que hicieron las FF.AA. a la construcción de nuestro país tanto en tiempo de paz, crisis y guerra, sin por ello olvidar los períodos oscuros que atravesaron para no volver a repetirlos. 

Hoy las FF.AA. contribuyen a nuestra soberanía política entendida como la capacidad internacional del Estado de elegir la política que la voluntad popular ha decidido. Le dan la capacidad de resistir a una potencial coerción de otro Estado y disuaden de la potencial agresión de una AEME, en un mundo donde el conflicto interestatal ha recobrado protagonismo. El instrumento militar es una fuente de estabilidad regional mediante la cooperación con los países vecinos y contribuye con la seguridad internacional mediante su participación en operaciones de mantenimiento de la paz bajo mandato de la ONU. Las FF.AA. defienden los recursos naturales estratégicos que se están volviendo cada vez más escasos, como los alimentos, hidrocarburos y minerales vitales como el litio. Por último, contribuyen a la presencia y ejercicio de la soberanía efectiva en territorio de difícil acceso y espacios jurisdiccionales de interés. 

Todas esas actividades que se realizan en tiempos de paz aportan beneficios que son imposibles de monetizar o cuantificar. Sin embargo, es fácil apreciar que exceden por lejos la inversión que requiere la Defensa para disponer de unas FF.AA. en capacidad de cumplir las misiones asignadas por el poder político. Hoy nos encontramos en un proceso de recuperación de capacidades orientadas hacia un nuevo concepto de empleo multicapa de restricción de área desarrollado a través del Ciclo de Planeamiento, en el marco de una estrategia defensiva activa. 
Finalmente, preguntarse por la utilidad de las FF.AA. es preguntarse por la utilidad del Estado mismo, que representa a una comunidad que, consciente de su destino histórico, adopta un proyecto conjunto que apunta hacia el bien común. Así, el Estado representa la expresión máxima en ese devenir de la conciencia colectiva de un pueblo. Las FF.AA. como instituciones de la democracia, y acorde a las funciones que les establecen la Constitución Nacional y el marco legal vigente, trabajan por ese bien común. 

Al igual que en la ópera Turandot, de Puccini (que da sentido al título de esta nota), nadie debe dormirse y se deberá estar muy atento en una larga noche de esfuerzos y sacrificios para recuperar las capacidades militares necesarias para la defensa nacional. Lo haremos convencidos de que en el amanecer, representado por las nuevas generaciones de hombres y mujeres oficiales, suboficiales y soldados que abrazan la carrera de las armas, conseguiremos el éxito que significa tener unas FF.AA. preparadas para afrontar los desafíos del siglo XXI.n

*Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.


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