No
más venganza
La elección
de un nuevo gobierno es momento propicio para terminar con las mentiras sobre
los años 70 y las actuales violaciones de los derechos humanos
LUNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2015 http://www.lanacion.com.ar/1847930-no-mas-venganza
La senadora por Córdoba Norma Morandini escribió
días atrás en estas páginas que la causa de los derechos humanos no se puede
defender con mentiras. No se puede defender tampoco con nuevas violaciones de
derechos humanos como está ocurriendo en el país.
Un día después de que la ciudadanía votara un
nuevo gobierno, las ansias de venganza deben quedar sepultadas de una vez para
siempre.
Los trágicos hechos de la década del setenta han
sido tamizados por la izquierda ideológicamente comprometida con los grupos
terroristas que asesinaron aquí con armas, bombas e integración celular de la
que en nada se diferencian quienes provocaron el viernes 13, en París, la
conmoción que sacudió al mundo. Aquella izquierda verbosa, de verdadera
configuración fascista antes y ahora, se apoderó desde comienzos del gobierno
de los Kirchner del aparato propagandístico oficial.
Se ocultó así lo que ya no puede taparse por más
tiempo a la compresión de una sociedad cuya composición por edad ha ido
cambiando en los últimos cuarenta años. A la sociedad argentina de los años
setenta no era necesario explicarle que el aberrante terrorismo de Estado
sucedió al pánico social provocado por las matanzas indiscriminadas perpetradas
por grupos entrenados para una guerra sucia, a los que el kirchnerismo ha
distinguido con la absurda calificación de "juventud maravillosa".
La sociedad dejó aislados a esos "jóvenes
idealistas", mientras el terrorismo de Estado los aplastaba con su poder
de fuego, sin más salvedades que las de algunas voces aisladas, sin más ley que
la de la eficacia de operaciones militares que tenían por objetivo aniquilar al
enemigo y sin una moral diferente, en el fondo, que la de los rebeldes a
quienes combatían.
Ha llegado la hora de poner las cosas en su lugar.
Debatir que quienes sembraron la anarquía en el país y destruyeron vidas y
bienes no pueden gozar por más tiempo de un reconocimiento histórico cuya
gestación se fundó en la necesidad práctica de los Kirchner de contar en 2003
con alguna bandera de contenido emocional. Lo hicieron así al asumir el poder
con apenas el 22 por ciento de los votos. Antes habían mirado en esos asuntos
para otro lado.
Hay dos cuestiones urgentes por resolver. Una es
el vergonzoso padecimiento de condenados, procesados e incluso de sospechosos
de la comisión de delitos cometidos durante los años de la represión subversiva
y que se hallan en cárceles a pesar de su ancianidad. Son a estas alturas más
de trescientos los detenidos por algunas de aquellas razones que han muerto en
prisión, y esto constituye una verdadera vergüenza nacional.
Días atrás, tal situación se ha agravado por una
escandalosa decisión del Tribunal Oral de La Plata, que revocó la prisión
domiciliaria de varios militares de avanzada edad, como los coroneles Carlos
Saini y Oscar Bardelli, el capitán de navío Carlos Robbio y el almirante
Antonio Vañek. Pareció una burla su coincidencia con el privilegio domiciliario
concedido por esos días, por un tribunal del Chaco, a un mafioso de 65 años,
condenado a 19 años de prisión por haber traficado más de mil kilos de cocaína
a España.
En segundo lugar, de modo paralelo, han continuado
actos de persecución contra magistrados judiciales en actividad o retiro. Uno
ha sido el caso del juez federal de Mar del Plata Pedro Hooft, absuelto el año
último tras siete años de acusaciones sobre supuestos delitos de lesa
humanidad. El perverso armado de la causa salió a la luz por grabaciones
aportadas como prueba, pero Hooft está afrontando nuevos ataques. También
debimos ocuparnos recientemente del proceso irregular montado contra el juez
Néstor Montezanti, de Bahía Blanca, en otro claro intento oficialista de
desarticular la investigación de causas que involucran a la familia
presidencial.
Sin más elementos que referencias mendaces
aportadas por tres militares condenados como autores de las matanzas producidas
en la denominada masacre de "Palomitas", se persiguió por más de diez
años al ex juez federal de Salta Ricardo Lona. Éste se encuentra en prisión
preventiva por supuestas fallas en la investigación de la muerte del ex
gobernador de Salta Miguel Ragone, ocurrida en marzo de 1976. Se desconoce, en
cambio, que el juez Lona había sido quien reunió las pruebas que llevaron a
condenar a los partícipes del hecho, según lo reconoció la propia Corte Suprema
de Justicia de la Nación.
Por otra parte, la acusación en su contra carece
de validez pues la acción no se encuentra instada por los fiscales de la causa,
sino por otros designados ad hoc por la cuestionada Procuración General de la
Nación, careciendo por ello de atribuciones para impulsar la acción. Con casi
80 años y una grave enfermedad, Lona corre peligro de que los fiscales lo
envíen a prisión solicitando la revisión del informe médico que desaconseja
rotundamente su traslado a una cárcel.
La cultura de la venganza ha sido predicada en
medios de difusión del Estado y en las escuelas habituadas a seguir las pautas
históricas nada confiables del kirchnerismo. O sea, la mentira de la que ha
hablado la senadora Morandini.
El palabrerío de sujetos que han sido responsables
de haber incendiado al país en los años setenta convencidos de que las armas de
fuego y los explosivos, con sus secuelas de muerte y dolor, eran la vía de
acceso a una sociedad mejor, no puede intimidar a los políticos responsables,
ni a los jueces compenetrados de su misión, de actuar en consonancia con la
verdad histórica y los principios básicos del derecho penal.
Siempre será indispensable construir a partir de
la verdad completa, apaciguar y no agotar la búsqueda de todos los medios
necesarios para que se cumpla la imploración del papa Francisco de que todas
las herramientas de la ley se activen "para evitar cualquier tipo de
venganza y curar las heridas", aunque "sin dejar de mirar las
cicatrices", como bien aportó.